Por ello se aconseja protegerse de la radiación ultravioleta, ya que incrementa el riesgo de sufrir lesiones en la piel.
El Sol emite tres tipos de radiaciones: rayos infrarrojos que son los que posibilitan el efecto de bronceado que perdura durante varios días; la luz visible que favorece el color más tostado de la piel por unos días, pero actúa negativamente en el progresivo envejecimiento de la tez con el paso de los años, y los rayos ultravioletas que son los realmente peligrosos, ya que sus radiaciones son las principales causantes del envejecimiento del cutis y la posible aparición del cáncer de piel.
El cáncer de piel es una enfermedad que puede curarse en sus primeros estadios y se lo reconoce cuando aparece un cambio de color y de textura en la piel, con mayor frecuencia en las áreas expuestas al sol.
También se debe sospechar su presencia cuando una herida no cicatriza; cuando un lunar cambia de color, tamaño o forma, o cuando aparece un nuevo lunar, mancha o verruga.
El cáncer de piel se relaciona con la acción acumulativa de los rayos solares que recibe la piel cada día. Hay que tener presente que las nubes dejan pasar el sol y la arena, el agua y la nieve potencian su acción.
Los más vulnerables a sufrir lesiones en la piel son las personas con piel y ojos claros y cabellos rubios o pelirrojos; quienes se expongan en forma prolongada al sol; los que durante la infancia hayan tenido episodios de quemadura solar, por lo menos tres antes de los 15 años; quienes tengan un familiar directo con cáncer de piel y aquellos que tengan muchos lunares.
Las medidas para proteger la piel de este tipo de afecciones son: evitar el sol del mediodía entre las 11 y las 15 horas, cuando los rayos ultravioletas son más intensos; no abusar del tiempo de exposición. Usar gorra y anteojos y tener siempre ropa clara para cubrirse, y usar crema con protección solar 15 o más en todo el cuerpo y renovarla cada dos horas o después de un baño.
Los niños y los bebés necesitan cuidados intensivos. Los lactantes menores de 6 meses no deben ser expuestos al sol, ya que recién a partir de esa edad pueden usar una pantalla solar de alta protección.
En el caso de sufrir una sobreexposición al sol, es necesario lavar con agua fría, no recurrir a medicamentos caseros -que pueden incrementar la irritación de la piel- y consultar con un médico.
- - Pieles muy claras: Este tipo de piel apenas cuenta con melanina, por lo que no se broncea, solo se pone roja y se quema, estos tipos de piel deben evitar el sol directo y usar protectores totales. Si este es tu tipo de piel elige protectores con índice 60 ó superior.
- - Pieles claras: Cuentan con poca melanina y a pesar de que se broncean, se queman muy fácilmente, si este es tu tipo de piel, evita la exposición continuada y usa factores de protección altos, del orden de 45.
- - Pieles doradas: Tiene abundancia de melanina y se broncea de forma correcta, aunque también puede llegar a quemarse si no se cuida como debe, si tu piel es de este tipo, usa factores de protección medios en torno del 20.
- - Pieles morenas: De fácil bronceado porque tiene mucha cantidad de melanina en su piel, aún así debemos protegernos de los componentes perjudiciales de los rayos solares, como pueden ser los ultravioletas B y A, para ello puedes usar un factor protector sobre el 10.
- - Niños: Los menores de tres años no deben tomar el sol, desde esta edad hasta la adolescencia debes tener cuidado en como se exponen al sol, deberían usar productos con protección solar alta (+ de 30). Deberás aplicar el protector frecuentemente, y cada vez que salgan del agua.
Cada vez nos encontramos más concienciados de la protección que debemos aportar a nuestra piel ante los efectos del sol y, más concretamente, de los rayos UVA. Es por eso que ya no realizamos barbaridades como quedarnos durante horas tomando el sol, aunque es cierto que no tenemos tanta consideración de los daños que también nos provocan estos rayos estando en la ciudad o practicando deportes al aire libre.
Por esto, hay que tener en cuenta que se debe usar protección solar durante todo el año y no sólo en la época estival, ya que no hay que olvidar que las cifras del cáncer de piel hablan por sí solas: En España los casos aumentan entre un 10 y un 12% cada año. De esta forma, es muy importante elegir el protector solar más adecuado a nuestra piel.
Queremos ir destacando una serie de peculiaridades de los diferentes protectores y de las edades y el comportamiento de las pieles bajo el sol.
Por ejemplo, si no quieres que la piel se te quede con esa sensación pegajosa, debes buscar productos que tengan un 0% de grasa y en spray, que son los que mejor y más fácilmente se extienden. Además, estos productos te permitirán llegar mejor a la espalda en el caso de que te encuentres sola, ya que no hará falta siquiera que te los extiendas con la mano.
Los resultados dañinos que produce el sol pueden verse en el cuello porque es un área que no posee capacidad de defensa y muchas veces esta zona puede verse con la piel engrosada y manchada.
Asimismo, las manos delatan los efectos nocivos del sol, al aparecer hematomas ante un mínimo roce, debido a que los capilares se vuelven frágiles.
Ya en el rostro la diversidad de lesiones es más alta, pudiéndose ver alteraciones como manchas, pecas, dilatación vascular, poros dilatados, puntos negros y arrugas que aparecen a edades tempranas.
También, el pelo se reseca y luce sin brillo debido a la pérdida de proteínas que lo forman.
Por todas estas razones, debemos cuidar nuestro cuerpo del sol y sus nefastas consecuencias y hacerlo en el verano antes de exponernos a los rayos solares como luego de la exposición.
También, es necesaria la planificación de un tratamiento, acabado el verano, que sirva para regenerar la piel.
Para esto se realizará la consulta con un dermatólogo que revisará si existe algún tipo de modificación en lunares u otros posibles problemas y dará un tratamiento adecuado para las dilataciones vasculares que por lo general serán tratadas con láser.
Para solucionar el problema de flacidez cutánea, por haberse alterado las fribras colágenas, pueden utilizarse tratamientos con radiofrecuencia o láser y así estimular la formación de nuevas células.
Renovada la piel, debemos tener presente que ésta debe hidratarse desde el exterior al interior. Se utilizarán para ello cremas o geles que estimulen la formación de ceramidas regularizando la piel.
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