Se forma en un folículo de la dermis, y constituye el rasgo característico de la piel delgada o fina.
La diferencia entre la queratina de la capa córnea y la queratina del pelo es que en el pelo las células quedan unidas siempre unas con otras, dando lugar a una queratina más dura. Cada uno de los pelos consiste en una raíz ubicada en un folículo piloso y en un tallo que se proyecta hacia arriba por encima de la superficie de la epidermis. La raíz se agranda en su base. La zona papilar o papila dérmica está compuesta de tejido conjuntivo y vasos sanguíneos, que proporcionan al pelo las sustancias necesarias para su crecimiento.
El cabello presenta la misma estructura que cualquier otro tipo de pelo, aunque la implantación en la piel es más profunda que en el resto, ya que el folículo llega hasta la hipodermis.
Las glándulas sebáceas son órganos secretor exocrinos que producen una sustancia grasa llamada sebo y desembocan dentro de cada folículo.
Se sitúan en la parte media de la dermis asociadas al folículo piloso al que se van a desembocar. Las glandulas sebáceas se distribuyen por toda la piel, excepto en las regiones palmoplantares, y son muy abundantes en el cuero cabelludo, en la cara y en la zona superior del pecho, en el pubis y en la axilas.
Existen fibras musculares lisas asociadas a cada pelo. La contracción de los músculos hace que el pelo se erice, cambiando así su ángulo con relación a la piel. Este proceso incrementa las posibilidades aislantes de la cubierta del pelo, proporcionando así un mejor abrigo contra el frío. .
En los folículos pilosos de las axilas y zonas genitales existen también glándulas sudoríparas apocrinas, son las responsables en parte del olor corporal característico de cada persona.
La mayor parte del pelo que tienes en tu cuerpo es fácil de ver, como por ejemplo el de las cejas, la cabeza, los brazos o las piernas. Pero el pelo que tienes en, por ejemplo, los cachetes de la cara es casi invisible.
Según el lugar donde se encuentre, el pelo cumple diferentes funciones. El pelo que tienes en la cabeza mantiene el calor corporal de ésta y le proporciona a tu cráneo cierta protección contra los golpes. Las pestañas protegen los ojos disminuyendo la cantidad de luz y polvo que puede penetrar en éstos; y las cejas protegen los ojos del sudor que puede gotear por la frente.
Atención
Tienes más de 100.000 cabellos en tu cuero cabelludo, pero todos los días muchos de éstos se te caen. Cada día, pierdes aproximadamente de 50 a 100 cabellos. Esto ocurre mientras te lavas el cabello, te lo peinas, cepillas o simplemente mientras estás inmóvil. Pero no te preocupes, constantemente crecen cabellos nuevos para reemplazar a los que van cayendo.Cada cabello de tu cuero cabelludo crece durante aproximadamente 2 a 6 años. Después, descansa durante unos meses y finalmente se cae. Lo sustituye un cabello nuevo, que comienza a crecer en el mismo folículo piloso. Este ciclo de crecimiento, descanso, caída y sustitución permite mantener una cantidad adecuada de cabello en tu cabeza.
El color del cabello
El color del cabello lo da la melanina, la sustancia que también le da color a la piel. Cuanto más claro es el cabello, menos melanina tienes.Una persona con cabello negro o castaño tiene mucha más melanina que una con cabello rubio o pelirrojo. A medida que la gente envejece, la cantidad de melanina disminuye y por eso comienzan a salir las canas.
Por lo general, el color de piel de una persona está de acuerdo con el color de su cabello. Por ejemplo, la mayoría de los rubios tienen piel clara, mientras que la gente con piel más oscura tiene cabello castaño o negro. Y no te olvides de los genes (los genes los heredas de tus padres): por lo general, el color del cabello está determinado por el color del cabello de uno o ambos padres.
Los folículos pilosos cumplen una función muy importante determinando el tipo de cabello. Algunos folículos pilosos están estructurados de una manera que producen cabello ondulado, mientras que otros generan cabello lacio. Los folículos también determinan si tu cabello será grueso o fino.
Cuida el cabello
Lo más importante es mantener el cabello limpio. Algunas personas se lavan el cabello todos los días, pero otras lo hacen una o dos veces por semana. Esto depende del tipo de cabello que tengas y de las actividades en las que estés involucrado, como hacer ejercicio o nadar.Cuando te laves el cabello, utiliza un champú suave y agua tibia. Aplica el champú y masajea con las yemas de los dedos, en vez de las uñas. El acondicionador ayuda a desenredar el cabello y lo deja suave y sedoso. Pero según el tipo de cabello, es posible que también pueda aplastarlo mucho y dejarlo grasoso.
Enjuaga el cabello con abundante agua limpia. Sécalo suavemente con una toalla y utiliza un peine de dientes anchos para desenredarlo.
Trata bien a tu cabello, ya sea cuando está mojado o seco, cepillándolo o peinándolo con cuidado. No trates de desenredarte los nudos tirando fuerte de éstos y no uses una cola de caballo o trenzas muy apretadas. Te puedes irritar el cuero cabelludo.
Cada cabelleratiene una necesidad diferente según su largo o su tipo de pelo, liso o rizado.
Del mismo modo que todos los cabellos no son iguales, no todos los cepillos son iguales.
Es más recomendable cepillarse en seco que en mojado.
Cuando te laves el pelo, desenrédalo previamente para que, cuando esté húmedo, no tengas que luchar contras los nudos y pierdas menos pelo. El pelo mojado es mejor peinarlo con los dedos o con un peine de púas gordas.
Cuidado con la electricidad estática. Para evitarla, utiliza peines de materiales naturales como la madera o específicos que luchen contra la electrificación.
El pelo liso necesita un desenredado más específico con un cepillo que tenga las púas bien juntas para acabar con los nudos.
Si tienes rizos, no debes recurrir a la misma herramienta porque acabarás con ellos; un peine de púas separadas será tu aliado para no estropear los bucles.
Si mantienes una higiene adecuada de tu cabello, ¿por qué no haces lo mismo con los cepillos? Debes quitarles los pelos que se quedan enredados entre las púas a diario y, una vez al mes, someterlos a un lavado profundo. Sumérgelos en el lavabo o en un barreño en agua con champú, y déjalos reposar unos minutos; después, enjuágalos y déjalos secar.
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